¿Quedaba algún rincón por descubrir de la Costa Dorada? Sí, se llama Altafulla

¿Quedaba algún rincón por descubrir de la Costa Dorada? Sí, se llama Altafulla

 

¿Quedaba algún rincón por descubrir de la Costa Dorada? Sí, se llama Altafulla

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Este encantador pueblecito de la provincia de Tarragona aún permanece al margen de las masificaciones. A poca distancia de Tarragona y a tan solo una hora de Barcelona por carretera, Altafulla es una bonita población de la Costa Dorada que puede presumir de sol y playa sin las aglomeraciones y la presión turística de otros tramos de toda esta franja de la costa catalana.

Un pueblo mediterráneo de pasado pesquero que cuenta con todos los ingredientes para cautivarnos si lo que buscamos es disfrutar de este litoral, pero que se mantiene como un rincón discreto de personalidad medieval y gran riqueza romana, gracias a la presencia de la villa romana de Els Munts, Patrimonio de la Humanidad de la Unesco.
Un enclave perfecto
A lo largo de la costa mediterránea descubrimos lugares que, a pesar de ser ampliamente conocidos localmente, han pasado relativamente desapercibidos más allá de los límites regionales y se han convertido actualmente en destinos muy apetecibles por aquellos que buscan ambientes más tranquilos y menos concurridos.
Sorprende que un enclave de la Costa Dorada, tan próximo a una ciudad como Tarragona o puntos turísticos tan populares como Salou, se mantenga aún ajeno a las grandes aglomeraciones.
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En una situación excelente para partir en dirección de otros muchos destinos de gran interés turístico de Cataluña, ya sea a lo largo de la costa o adentrándonos hacia el interior, Altafulla nos muestra sus encantos mientras descendemos desde su parte más elevada – donde se ubica su castillo medieval – hasta las aguas del mar Mediterráneo.

El extenso arenal frente a la localidad, que corresponde al núcleo de Altafulla Playa o Baixamar, consiste en más de un kilómetro de disfrute costero con todas las virtudes del clima y el litoral de la Costa Dorada. 
El Club Marítimo de Altafulla pone la nota más dinámica ofreciéndonos todo tipo de actividades náuticas al final de la apreciada vía de Botigues de Mar, el paseo marítimo de la población, donde la fila de casas blancas – muchas construidas durante el siglo XVIII – conforman una preciosa postal costera de la que podremos disfrutar sentados en alguna de las terrazas.
Más allá, el arenal nos conduce hasta la desembocadura del río Gaià – Reserva Natural de Fauna Salvaje – y, en la lontananza, hasta la impresionante estampa del castillo de Tamarit.

Entre muros medievales y villas romanas
Entre el núcleo de Baixamar y el barrio de Brises del Mar se encuentra lo que constituye el núcleo central y más antiguo de Altafulla. Un precioso conjunto urbano de origen medieval que se desarrolló al amparo de un castillo con mil años de antigüedad. El nombre de Vila Closa, según se conoce a esta parte antigua, nos deja entrever su antigua fisionomía rodeada de murallas, de las cuales aún se conservan varias secciones a lo largo del que fuera el perímetro del recinto.

Mientras, las cuestas de la Vila Closa nos hablan de un trazado establecido en un punto elevado que servía como atalaya y defensa del entorno costero. Las casas señoriales, muchas con varios siglos a sus espaldas, como la Casa de la Virgen, representan el posterior uso residencial que fue adoptando este sector hasta llenar el espacio intramuros y obligar a extender las viviendas descendiendo hasta el mar.

Reconocida como Conjunto Histórico-Artístico, sus calles nos invitan mansamente a recorrerlas y descubrir rincones llenos de encanto y valor patrimonial como la plaza del Pou, donde nos llamará la atención, además del pozo que le da nombre, un curioso monumento a los “castells”.

Las leyendas sobre brujas que rodean la Vila Closa y que forman parte del folclore local no impiden admirar este casco viejo cuyo punto culminante es el conjunto de la iglesia parroquial de Sant Martí y el castillo de Montserrat, adosados el uno al otro.

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Pero el carácter medieval de Altafulla quedaría cojo sin atender a su pasado romano, representado en la parte baja, a muy poca distancia del mar, por la villa romana de Els Munts, declarada Patrimonio de la Humanidad de la Unesco hace dos décadas como parte del conjunto arqueológico de la Tarraco Romana.

Se trata de una de las villas aristocráticas mejor conservadas de España y uno de los grandes reclamos de la población, tanto por su importancia como por constituir un atractivo completamente diferente a lo que esperaríamos esperar en este soleado destino de la Costa Dorada.