Cara y cruz del turismo en el verano de la recuperación: demanda disparada y beneficios lastrados por la inflación
Numerosas zonas turísticas registran ocupaciones por encima del 90% durante el puente de agosto
El sector hotelero calcula que ha recuperado las cifras de llegadas de turistas previas a la pandemia, pero asegura que el aumento de los precios impedirá mejorar la rentabilidad
Las reservas para el mes de septiembre indican que la reactivación de la actividad se mantendrá en el tramo final de la temporada estival
No pasaba desde hacía tres veranos y, por fin, este puente de agosto se ha vuelto a colgar el cartel de completo en numerosas zonas turísticas. Son las fechas que marcan el momento álgido de una temporada, que ha traído finalmente la recuperación de la actividad turística, y que ha superado las expectativas más optimistas realizadas la pasada primavera.
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“Estamos viviendo un verano que no nos esperábamos. Por lo que respecta a la demanda estamos por encima de las previsiones y en muchas zonas, incluso, superando los datos registrados en 2019”, resume Carlos Abella, secretario general de la Mesa del Turismo, comparando con el último verano antes de la pandemia. Los archipiélagos y la costa levantina, dice, son los destinos registran mejores datos.
Un reflejo de lo que ha estado sucediendo en las últimas semanas son las cifras de ocupación de estos días festivos. En la Comunidad Valenciana, la patronal Hosbec señala que se registra el « primer gran lleno » turístico desde 2019, con ocupaciones por encima del 90%. “En las dos últimas semanas el ritmo de reservas no ha parado”, señalaba Toni Mayor, presidente de la asociación turística sobre las fechas, que el sector considera “la cumbre de la temporada turística ».
En otro de los principales destinos turísticos de Andalucía, en Málaga, donde ahora se celebra la semana de feria, cuentan con una ocupación del 88%, con picos del 93% durante los días del puente. “Estamos en línea con las cifras de 2019. Nos damos por satisfechos”, señala Antonio Aranda, secretario general gerente de la Asociación de Empresarios Hoteleros de la Costa del Sol (AEHCOS).
Asegura que la necesidad de viajar tras dos años de restricciones ha podido más que la preocupación por la situación económica. “Julio vamos a cerrarlo incluso mejor que en 2019, con una previsión del 87% de ocupación, mientras que en agosto estaremos en las mismas cifras que entonces, rondando el 84%. Además, no paran de entrar reservas de última hora”, explica.
También los establecimientos hoteleros están completos este puente en las Rías Baixas, allí el verano también está yendo bien y con porcentajes de ocupación similares a los prepandémicos. “Las cifras van a ser altas. Es posible que incluso superemos las de entonces”, asegura César Sánchez-Ballesteros, el responsable de la Asociación de Hostelería de Pontevedra, que recuerda como las restricciones a los viajes internacionales ya se tradujeron en ocupaciones muy importantes por parte de ciudadanos españoles en la zona el verano pasado.
Este año siguen siendo mayoría, pero ya se está muy cerca de recuperar el porcentaje de viajeros internacionales. “El turismo internacional a Galicia está llegando por Santiago y por Oporto y supone entre el 20 y el 25% del total”, explica.
Muchos turistas, menos beneficios
Hay un consenso prácticamente unánime en el sector en que la temporada está siendo muy positiva en términos de llegadas de visitantes, pero esa elevada ocupación no se traducirá en un aumento similar de la rentabilidad, por el aumento de los costes de los establecimientos hoteleros.
“Estamos acostumbrados a hablar del número de turistas, de la facturación, pero la realidad es que hemos tenido un sobrecoste del entorno del 24% por el incremento de los costes energéticos, de los suministros, transporte, alimentación… Eso va a hacer que la rentabilidad no sea la esperada y que se sitúe lejos de la de 2019. En general, el verano es positivo, pero esta es la cruz”, explica Abella.
Un diagnóstico en el que coincide Xavier Guardià, portavoz de la Federación Empresarial de Hostelería y Turismo de Tarragona. “Está claro que las cuentas de explotación se van a resentir. Puede haber menos gasto porque el poder adquisitivo de todos se ha reducido, pero también porque tanto los suministros energéticos como todos los productos se han encarecido. Y no hemos querido subir mucho los precios por no asustar a la clientela, así que todo eso redundará en menos beneficios para el empresario. Pero venimos de tal miseria que cualquier resultado nos es positivo”, explica.
En su caso, la buena marcha de la temporada estival es una doble victoria, porque no solo han logrado recuperar los niveles de visitantes previos al covid, sino que lo han hecho sin contar este año con el que era uno de sus principales mercados de clientes internacionales: los turistas rusos.
“La sensación es que los diferentes mercados han ido cogiendo ese espacio. En una temporada normal, en toda nuestra zona de Costa Dorada y Terres de L’Ebre, se hacen más de 22 millones de pernoctaciones y creo que habremos alcanzado ya cerca del 90%. La gran duda es qué pasará al final de la temporada. Se están haciendo reservas de muy última hora y no sabemos cómo irá, pero creemos que puede funcionar bien”.
Incertidumbre, pero no pesimismo
Esas dudas sobre la evolución de la actividad turística en la última parte del verano y a lo largo del otoño por la situación económica es ahora la principal preocupación del sector.
Según los datos de la plataforma de reservas Destinia, a pesar del buen comportamiento de la actividad turística, el ritmo de contrataciones se comenzó a ralentizar a finales de junio, coincidiendo con el repunte de la inflación y del precio de los carburantes. Así, calculan que en las primeras semanas de agosto los viajes han sido un 13% inferiores a los de 2019 (en julio acabaron un 7% por debajo) y las previsiones ahora para las semanas posteriores no alcanzan mejores cifras.
No obstante, señalan que las reservas de último minuto están disparadas con lo que lo que se podría amortiguar el descenso. Y además, aseguran que las previsiones para septiembre son mejores, con reservas solo un 5% inferiores a las de hace tres años.
“Septiembre es el segundo mes más importante para el turismo, después de agosto, porque coincide con una clientela con mayor poder adquisitivo. Al menos, en Galicia, no hay demasiado nerviosismo hasta entrado octubre sobre cómo va a funcionar el sector”, pronostica Sánchez Ballesteros. Una sensación que comparten también en otras asociaciones turísticas, que señalan que a pesar de la incertidumbre, las cifras de reservas no señalan aun una caída importante de la actividad turística.
Ese optimismo se traslada por parte del Gobierno, cuya responsable de Turismo, la ministra Reyes Maroto aseguraba este viernes que la inflación no está afectando a las decisiones de viajar y que las previsiones para otoño son « muy positivas ». Aun así, hay dos aspectos en los que prácticamente todos los responsables turísticos consultados coinciden: se ha empezado a detectar una leve contención del gasto y se está registrando una ligera reducción de la estancia media de las vacaciones.
“Ya tenemos datos donde se aprecia que el ciudadano europeo o busca destinos más baratos o intenta rebajar su gasto una vez que está en el destino con elementos complementarios, yendo un apartamento en vez de un hotel o reduciendo las salidas al restaurante. Y lo estamos detectando especialmente en el mercado británico, lo que nos preocupa mucho porque el principal mercado emisor”, señala el responsable de la Mesa del Turismo.
Con todo, y a pesar de la enorme incertidumbre, los hoteleros optan por intentar mantener las buenas perspectivas para los próximos meses y volver a contar con temporadas como las de antes de la crisis sanitaria.
« Es una época un poco inestable, en la que una parte de la población ha hecho un carpe diem y ha decidido disfrutar gastando más que un año normal, mientras que la otra ha pensado que pueden volver a venir mal dadas y ha preferido ser prudente reduciendo las estancias y el gasto », reflexiona Xavier Guardià y concluye: « Todo es atípico porque están pasando muchas cosas nuevas. Lo normal sería que la situación se normalizara el año que viene »