Torredembarra, un destino total en la Costa Dorada
La llegada del verano, con un calor que va en aumento cada año, es el mejor momento para refrescarnos recorriendo la costa española en busca de esos pequeños pueblos encantadores que permanecen adormecidos durante gran parte del año, para despertar y relucir de vida en la época estival. Una de estas localidades es Torredembrarra.
Torredembarra es una población de unos 17.000 habitantes que se halla en la parte norte de la provincia de Tarragona.
Esta pequeña joya de la Costa Dorada tiene un poco de todo: buenas playas en las que refrescarnos, un patrimonio cultural y monumental de considerable importancia, una gastronomía sabrosa y variada, y una gente local hospitalaria y siempre dispuesta a lograr que nos llevemos grandes recuerdos de nuestra visita.
Cuando el sol luce alto y sin oposición, entre los meses de junio y septiembre, querremos encontrarnos cerca de alguna de las maravillosas playas que ofrece Torredembarra.
Estaremos de suerte, pues los cuatro arenales que encontramos en los 7 km de litoral que posee la localidad han sido galardonadas con el distintivo de la Bandera Azul.
La playa de La Paella es una de las preferidas por la gente local, por su proximidad al centro y su arena fina y dorada.
Al atardecer, es una buena idea pasear por el sendero que atraviesa los acantilados del Roquer – bellas paredes rocosas que alcanzan los 25 metros de altura – para alcanzar la Cala Canyadell.
Esta cala es la más salvaje de las playas de Torredembarra. Muy pequeña (60 metros de largo), pero de gran belleza. Junto a ella se encuentra un moderno y curioso faro que data del año 2000.
Sin embargo, los amantes de la naturaleza suelen tumbarse al sol en la playa de Els Muntanyans. En sus 2 km de longitud podemos disfrutar de unas bellas marismas y dunas saladas.
Por último, la playa de Baix a Mar se encuentra en el barrio de pescadores de Torredembarra, siendo un lugar ideal para degustar pescados y mariscos frescos en alguno de sus restaurantes, como Blau Marí y El Capitán.
Más allá de sus playas, Torredembarra también nos enamora con un patrimonio que mezcla su centenario legado histórico con obras algo más recientes derivadas de la fortuna que muchos indianos hicieron en las Américas.
El Castillo de los Icart es un ejemplo. Esta construcción tiene el honor de ser el único edificio civil de nueva planta del Renacimiento catalán que se conserva en Cataluña.
Fue construido, entre 1565 y 1580, por orden de un poderoso señor de la villa, Lluís Icart, con la intención de que sirviera de residencia y fortaleza desde la que dominar al pueblo.
Impresionan sus cuatro torres y su patio porticado. Hoy en día, sirve como sede del Ayuntamiento.
Un poco más tardío es el origen de la antigua muralla que protegía la ciudad. Data del siglo XVII y podemos encontrar dos de sus portales originales –los de Padrines y Bassa– al caminar por algunas de las calles más emblemáticas de Torredembarra.
A finales del mismo siglo, se concluyó la construcción de otra de las perlas patrimoniales de la ciudad: la iglesia parroquial de Sant Pere.
Unida con una antigua iglesia para formar un solo cuerpo, en su interior destaca su precioso órgano barroco, de 1705.
Al salir de la iglesia nos topamos con el edificio histórico más importante de Torredembarra. Se trata de la impresionante Torre de la Vila, un legado de estilo mudéjar, con casi 900 años de historia, que posiblemente se levante en el mismo lugar en el que existió un antiguo castillo.
Remodelada en varias ocasiones a lo largo de los siglos, en 1981 fue restaurada.
Cerca de la plaza del Castell, en el centro neurálgico de la ciudad, nos encontramos algunas de las calles más icónicas de Torredembarra.
Son las de Ample, Eduard Benot, Baix de Sant Pere y Carnisseria. Caminar por ellas es como entrar en una máquina del tiempo.
TEXTO PROPIEDAD: https://www.economiadigital.es/tendenciashoy/viajeros/destinos/torredembarra-costa-dorada.html